TRASTIENDA POLÍTICA

Acuerdo que llegó antes del inicio de campaña

La campaña electoral para las elecciones legislativas de octubre, que se inicia formalmente el 14 de este mes, no tendrá el conflicto salarial con los docentes bonaerenses como uno de los temas centrales. Ese es uno de los principales objetivos políticos que alcanzó el gobierno de María Eugenia Vidal al cerrar, ayer por la tarde, el acuerdo paritario con los gremios del sector. 
Para la alianza oficialista Cambiemos se volvía necesario retirar de la agenda electoral la cuestión docente.
Primero porque los estrategas de Vidal piensan una campaña basada en otros ejes; como la “lucha contra las mafias” que, según esa concepción, está llevando adelante la gobernadora.
Segundo, porque el candidato principal del Gobierno es nada menos que el ministro de Educación de la Nación, que ahora buscará una banca en el Senado en representación de la Provincia. 
Hubiera sido cuanto menos incómodo para Esteban Bullrich tener que explicar porqué en tierra vidalista no se llegaba a un acuerdo con los maestros.
El Gobierno provincial procuró “vender” el acuerdo como un triunfo propio, al cabo de cinco meses de tensión gremial, 17 jornadas de paro, 10 ofertas salariales y la judicialización de la discusión.

Para la alianza oficialista Cambiemos se volvía necesario retirar de la agenda electoral la cuestión docente.


El hecho principal que celebró el vidalismo fue que se alcanzó el entendimiento “con los chicos en las aulas”. Una frase que engrosará la lista de latiguillos recurrentes de la Gobernadora. “Este acuerdo no es producto de los paros”, dijo ayer Vidal.
Es verdad que la Gobernadora, en el pico del conflicto, logró un cierto desgaste de la dirigencia gremial frente a los padres de los alumnos, por un lado, y entre muchos docentes de base, por el otro. Para esto último fue clave la decisión de hacer efectivo el descuento a todos aquellos maestros que hicieran paro.
Se supone, según lo que aseguran fuentes oficiales, que ese dinero no será devuelto. Otros voceros oficiosos no descartan que sea reintegrado con el tiempo, perdido en los pliegues de la negociación más general. La “letra chica” que le dicen.
Otro tema que el Gobierno provincial computa como un logro en el análisis del saldo final de la negociación, es el hecho de que se haya podido introducir la discusión del llamado presentismo. 
Fue a partir de los premios que otorgó Vidal en medio de las medidas de fuerza. Esta cuestión no quedó como un ítem resuelto en el acuerdo cerrado ayer, pero se supone que estará en futuras conversaciones. 
Es que en Educación evalúan que los sindicatos ya no tendrán margen para eludir este ríspido punto en futuras discusiones salariales.
Puede que sea una mirada demasiado optimista. En un plano más individual, para el director de Cultura y Educación, Alejandro Finocchiaro, la paz con los maestros es un logro que le permite cerrar su ciclo en la Provincia con un “aprobado”.
El hombre será el reemplazante de Bullrich en la cartera nacional, en la que asumirá en unos diez días, y no le cerraba por ningún lado llegar a ese sillón sin haber podido acercar una solución a Vidal. 
No hubiera sido una buena carta de presentación “hacia afuera” del macrismo. Hacia adentro lo conocen todos: por años, cuando Mauricio Macri era jefe de Gobierno porteño, fue el negociador salarial con los docentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La verdad es que ni en el Gobierno veían ese monto (17%) como un techo sino más bien como un punto de partida.

Desde la vereda de los gremios
Los gremios docentes, por su parte, también vendían ayer sus propios logros en la firma del acuerdo. La presentación que hacían del mismo remarcaba la cifra global del aumento de bolsillo: 27,4 % respecto al año anterior (24% del salario consolidado de 2017 más el 3,4 de la incorporación de dos sumas fijas). Eso los deja mucho más cerca del reclamo inicial del 35% que la lectura que anoche quería imponer el Gobierno: 21,5 % real con cláusula gatillo por inflación más diversos montos por conceptos varios.
Casi infantil el tironeo: en toda negociación las dos partes ceden algo y ganan algo. Rodolfo Baradel, Mirta Petrocini y demás líderes sindicales remarcaban ayer que la resistencia de meses había logrado vencer la embestida de Vidal para imponer un acuerdo paritario de tres años, que incluyera pautas salariales hasta 2019. Es verdad que la propuesta existió, pero duró lo mismo que un suspiro.
También que lograron perforar lo que ellos evaluaron como “el techo” salarial inicial que proponía Finocchiaro, allá por el inicio del año, de un módico 17%, una cifra que seguía la pauta inflacionaria del Banco Central fijada en el presupuesto nacional de este año. La verdad es que ni en el Gobierno veían ese monto como un techo sino más bien como un punto de partida. 
Al mencionado Baradel, del Suteba, convertido por el vidalismo en la “cara” del desgastante conflicto, en algún punto también le sirvió la prolongación de la paritaria: revalidó su título en el gremio en mayo pasado, a pesar de que el Gobierno le cambió bastante el paradigma de la discusión a la que venía acostumbrado.

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