CLÁSICO ROSARINO

Newell’s derrotó a Central en el último minuto

Newell’s, con gol de Maximiliano Rodríguez, derrotó en el último minuto a Rosario Central por la séptima fecha del Campeonato de Primera División y se quedó con el premio mayor, sin merecerlo, en el clásico rosarino que se jugó en el Gigante de Arroyito.
El conjunto dirigido por Diego Osella mantuvo su condición de invicto. En tanto, Central se quedó con ocho unidades, muy lejos de su archirrival y el resto de los equipos mejor ubicados.
En materia de merecimientos, Central estuvo más cerca que Newell’s de ganar. De hecho, hasta el tanto de ‘Maxi’ Rodríguez, la figura del encuentro era el arquero Luciano Pocrjnic, pero los partidos en fútbol se ganan con goles.
Central, sin desplegar un buen juego, contó con las mejores ocasiones en el primer tiempo para quebrar el cero en el marcador, especialmente en la primera parte, pero Pocrjinic impidió el grito de gol en un Gigante de Arroyito colmado, con el color que el clásico rosarino ofrece en cada edición.
La gran acción de Pocrjnic en el partido se produjo con una atajada muy buena ante el remate de cabeza de Marco Ruben, cuyo rebote dio en el palo y derivó una vez más en Camacho. El disparo del volante uruguayo fue desviado por el arquero de Newell’s, desde el piso, en un gran acto de reflejos (35min).
La segunda etapa, como suele pasar en Rosario cuando el resultado marca la igualdad, generó nervios, miedos y especulación de cada lado. Central, quizás frustrado por las situaciones desperdiciadas, no encontró el camino para vulnerar a Newell's y acumuló nombres en ataque con los cambios que no fueron fructíferos.
Cuando el partido se terminaba, un tiro de esquina fue la salvación de Newell's. La ejecución encontró a Joel Amoroso, quien bajó de cabeza la pelota y en descuido enorme de la defensa local, ‘Maxi’ Rodríguez apareció desde el vértice izquierdo para el grito de gol ante el arquero  Sosa tapado por dos de sus compañeros.
Rodríguez lo gritó con el corazón, con el alma, se besó la camiseta en reiteradas ocasiones, mientras el Gigante de Arroyito contempló esa escena en silencio, con caras de incredulidad que derivaron en una lágrima en la mejilla en los minutos posteriores a la finalización del clásico.
La celebración fue de Newell’s, un premio excesivo tal vez, pero basado en la efectividad y el orden táctico. La tristeza enmudeció el Gigante de Arroyito y la derrota le agregó más problemas al equipo de Eduardo Coudet.

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