De manera y clavos, así se construyeron las primeras casillas en el Parque Natural Laguna de Gómez, si bien con el correr del tiempo se fueron edificando de cemento y ladrillos.
Desde sus orígenes, alrededor de la década de 1950, se fueron haciendo parcelas con la finalidad de otorgar permisos precarios de uso que, en aquellos años, eran para cabañas para pescadores, razón por la cual los tamaños de las parcelas son chicos -de diez por diez- y allí se podía instalar solamente una casa prefabricada, por eso se las conoce como casillas. Con el correr del tiempo fueron cambiando el uso y las condiciones.
“El desarrollo original de la Laguna como balneario estuvo orientado a usos transitorios y recreativos como la pesca. La obligatoriedad era construir en madera sobre todo en terrenos públicos. Tenían que ser en madera y no ocupar una superficie mayor a un 40 por ciento del terreno. El máximo que hoy se encuentra es de 6 x 6 metros”, dijo a Democracia la arquitecta Laura Franco, subsecretaria de Planificación Urbana y Patrimonio del Gobierno de Junín.
“En la mayoría de los casos, los terrenos son públicos, y los permisos para construir son precarios de renovación anual y ahora tiene un periodo más largo, por eso las construcciones tenían ese nivel de precariedad”, explicó. “Hay una lonja en el medio que salió a subasta y ese dinero se destinó a obras de mejoras del balneario”, informó.
“Hoy quedan pocas casas de madera porque se hace oneroso mantenerlas. Se trata de una estructura de madera, con maderas entablilladas, y con cartón prensado o ladrillo de canto en las paredes interiores y el techo. También han tenido machimbre y las más cercanas al agua tenían que tener elevado el piso”, afirmó.
El desarrollo más importante empezó en la década de 1950 con construcciones precarias. “Después la costumbre y el uso fue cambiando, hoy hay gente que reside. Además del uso de los juninenses, hay un uso turístico, y no solo van los pescadores”, destacó. Luego, en la década de 1960, se realizó la construcción de la capilla, el arco y el destacamento original.
Actualmente, en la Laguna existe esa pequeña franja que, desde la década del 50, es privada y allí los que viven tienen la titularidad de sus inmuebles. Se trata de unas seis a ocho manzanas ubicadas entre la capilla y el canal.
El resto de los terrenos del Parque Natural son de propiedad municipal, que se entrega a quienes construyen allí a través de un permiso de uso precario. Históricamente, ese permiso era de renovación anual, pero, a partir de una ordenanza sancionada en el año 2005, el plazo de renovación se extendió a cinco años. Otro punto a tener en cuenta es el de la subdivisión. Catastralmente, la Laguna es una sola circunscripción (salvo esa franja que cuenta con propietarios y sus escrituras) y no existe una división legal del terreno.
Las tierras del Parque Natural están bajo jurisdicción municipal, aunque el lugar está afectado a la Ley de Aguas, que indica que no se pueden privatizar terrenos de hasta cien metros del área inundable.
En relación a la titularidad, “hay sectores que no van a poder tenerla, pero sí pueden pasar a permisos precarios y hoy el derecho civil tiene otra figura que te permite tener permisos de más años”, agregó Franco. “Al estar en espacios de los límites de inundación no te permite privatizarlo”, remarcó.
Sobre la franja que se vendió, “la Autoridad del Agua entendió que están en el límite de los 100 metros de inundación, o de la línea de desborde”, dijo la arquitecta. “Son todos permisos precarios, mientras que la franja mencionada tiene titularidad”, subrayó.
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