MUSEO PALEONTOLÓGICO

El Legado del Salado alberga más de 30 géneros de fósiles hallados en Junín

Lleva adelante una tarea que busca rescatar, conservar y valorizar la biodiversidad de la Región. La mayoría de los restos pertenecen a megafauna, algunos autóctonos de América del Sur y otros del Norte.

Inaugurado en junio del año 2010, el museo El legado del Salado continúa llevando una prolífica tarea de descubrimientos, recolección, estudio y conservación de innumerables piezas paleontológicas que fueron halladas en el río Salado. 
El Legado del Salado surgió años antes de su inauguración gracias al trabajo y la iniciativa de profesores e investigadores preocupados por la conservación del patrimonio paleontológico de la cuenca superior del río Salado.
Desde entonces, tanto miembros como colaboradores del museo participan de las distintas actividades que se realizan para rescatar y valorizar la biodiversidad de la Región. 
El profesor José Marchetto es el actual director del museo y dialogó con Democracia sobre el trabajo que se realiza, su aporte al patrimonio natural de la ciudad y la posibilidad de que el museo se municipalice.

Megafauna del Salado
El museo cuenta con una gran variedad de restos de animales, pero mayoritariamente pertenecen a lo que se conoce como “megafauna”, es decir mamíferos que cuando llegaban a la adultez pesaban mil kilos o más.
“En Junín se han descubierto más de treinta géneros que en su mayoría pertenecen a megafauna”, destacó el director del museo.
Dentro de esos mamíferos, el más llamativo resulta el megaterio, que significa “bestia grande”.
“Se trata de un perezoso, como el actual perezoso del Amazonas solo que en dos patas llegaba a tener un tamaño de seis o siete metros de altura, y a pesar unos cinco mil kilos. En lugar de tener dientes tenía muelas, similares al tamaño de un borrador de escuela”, explicó.
Según detalla el profesor Marchetto, en la zona había también gliptodontes, una especie de peludo o armadillo gigante, parecido a ellos porque estaba emparentado con tales animales. 
“Los gliptodontes más grandes llegaban a tener el tamaño de un Fiat 600”, indicó el director, pero el dato menos conocido es tal vez la razón del origen de su denominación.
“Se llaman gliptodontes porque al igual que el megaterio tenían todas muelas, no tenían dientes. Esas muelas eran trilobuladas, es decir que en la corona donde muerde el animal había un dibujito, como un segmento cortado al medio. Por esa razón se lo llamó gliptodonte que significa ‘diente esculpido’”.

De aquí y de allá
Todos los restos fósiles hallados pertenecen a América. Algunos son autóctonos de América del Sur, otros de América del norte.
Según Marchetto, la llegada de unos y otros se dio hace millones de años a causa de un accidente geográfico.
“Hace unos tres millones de años cuando surge el istmo de Panamá, que conecta las dos Américas, algunos de los animales que estaban allá vinieron para acá y viceversa”.
Tal vez eso explica por qué en Junín se encontraron restos de Tigre Diente de Sable, animales que no eran propios de acá sino que provenían del norte.
“La razón por la que se encuentran tantos restos acá es porque el río Salado, donde se encuentran la mayoría de los restos, coexistió con estos animales, el río ya estaba cuando estaban estos animales, aunque tenía un caudal mucho mayor”, destacó Marchetto.

Extracción y estudio de fósiles
La Ley 25743/03 de Protección del Patrimonio  Arqueológico y Paleontológico establece algunos procedimientos respecto de la extracción de fósiles que según el director del museo son muy importantes de cumplir.
“Básicamente, la ley dice que para extraer un fósil se necesita un permiso porque los fósiles son muy frágiles, si uno no sabe cómo sacarlos probablemente se rompan. Además hay que tomar una serie de datos del contexto antes de sacar el fósil porque si no se toman esos datos, el fósil pierde valor científico”. 
Un segundo punto para destacar según Marchetto es que “los fósiles son patrimonio de todos los juninenses por eso están expuestos en un museo y no arriba de la heladera de mi casa. Yo no lo puedo tener como una colección privada”.
Para ello, sí existen una serie de normativas que considerar, además de tener en cuenta que uno se hace cargo de una colección y que si alguien quiere observarla o estudiarla puede hacerlo.
“Lo recomendado es que el material esté en un museo para que todos lo puedan ver, estudiar y apreciar, ya que últimamente han venido muchos profesionales que han hecho descubrimientos muy importantes”.
Un tercer punto muy claro dentro de la ley es que las piezas no se pueden comercializar.
Una situación particular se produce en las obras en construcción.
“Existe el mito urbano de que si se encuentra un fósil en una obra, paran la obra y esto no es así”, advierte Marchetto. “Simplemente tienen que dar aviso, nosotros vamos, rescatamos el fósil y se sigue con la obra. Si es urgente retirarlo y desde el museo no se puede acudir, lo mejor es que se extraiga y luego se les preguntará dónde estaba, en qué contexto, en qué tierra, antes de que lo tapen y nunca más se lo encuentre”.

Visitas y actividades
Con la colaboración del municipio, el Museo cumple diez horas semanales abierto al público y según Marchetto, “se está trabajando para municipalizarlo”. 
Este año entre las visitas de colegios y el taller de paleontología para chicos que se realizó en el Museo Histórico, alrededor de 600 personas estuvieron en contacto con el museo El Legado del Salado.
Lunes de 10 a 12 y de 15 a 17; los martes de 14 a 17 y los viernes de 8.30 a 11.30.

Colaboradores
El profesor José Marchetto destaca la colaboración de muchos profesionales que mantienen el museo en pie. Entre ellos destaca a Juan Pablo Franco, en infraestructura, el geólogo Carlos Escandolera, Paula Torrús, Florencia Colombo, Verónica Zapa, Hernán Paduani, José Ignacio Zuccari, y la arqueóloga forense Leticia Balocco. También a Marcela Torreblanca, parte fundacional del museo, que hoy continúa colaborando. 
Asimismo, el director remarca la participación de los docentes y público en general que realizan donaciones tanto de fósiles como  de animales en formol, ceniza volcánica, minerales, incluso producciones realizadas por alumnos del secundario.

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